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Entrada
Tras el portón incluido en una portada renacentista con un arco de dovelas, se encuentra una zona de acogida soleada en la que dos toros celtibéricos de granito, de la cultura prerromana que habitó el lugar hace más de dos mil años, flanquean las escalinatas. El segundo marqués de Santo Domingo, coleccionista de arte antiguo, aportó al jardín muchas piezas, entre ellas, la más importante colección de toros de la cultura celtibérica, que habitaba el lugar antes de los romanos. Al descender llegamos a un espacio en sombra formado por una cúpula de copas de árboles entre relieves renacentistas y otras esculturas.
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